¿Cómo me deshago de los besos
escritos de norte a sur, sobre mi cuerpo?
de los besos tuyos de perenne aroma,
que florecen en mi boca
y en los desvelos de mi vientre,
que el recuerdo azota.
Abriste la puerta al día
de contadas horas
destinadas estaban a morir,
antes de llegar la aurora.
Lo sabía la sombra de tu pelo
y el fulgor de las estrellas en silencio,
lo sabía mi piel morena
y la avellana de tus ojos tiernos.
Se esfumó la fiebre audaz de un solo día,
como ave de nocturno vuelo,
tus palabras, notas de doliente canto,
agua sin cauce río abajo.
Donde estés, has
que florezcan en tus manos,
las rosas que marchitan mi tristeza,
vuélvete ruta del viento por si acaso,
coincidimos en algún punto etéreo,
donde se atraigan nuestras vidas, como imanes.
Los besos que me diste aquella tarde,
siguen húmedos al otro lado del espejo,
se fecundan cada vez que cierro los ojos y sueño.
Norma Pérez Jiménez -México-
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