Morir de un beso tuyo
o de un rayo con mi nombre
que surja de tu mirada.
Morir de una caricia
que no se detuvo
en tus manos.
Morir de un abrazo
en el cual se derriten
las fechas y los cumpleaños.
Morir de un relámpago
que tiene el sabor
de tu aroma.
Morir de ti
como si habitara
el cementerio.
Y después resucitar
con el alma viva
y el corazón muerto.
VICTOR DIAZ GORIS -República Dominicana-
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