El poema es sólo esto.
La galletita del enfermo,
el vaso con agua del moribundo,
la propina del que abrió todas las puertas,
la visita del preso,
un techito para el insolado,
la masturbación del viudo,
el trueno en la sequía de toda una vida,
un remo en el oleaje de los hombres,
el primer canto del gallo,
la medalla en el respaldo del agobio.
No le pidas amistad, resurrección, cuidados de enfermera.
No te dará apellido, vacaciones, hospedaje.
No le des conversación.
El poema abandona tu oscura importancia
te convierte en su rehén, su leña, su mascota,
en alguien que abandona sus certezas
para hundirse en el desierto
de un reloj de arena,
en señal de espejismo.
Del libro La vida en que sueñas de Laura García del Castaño
Publicado en el blog lapalabrasembrada
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Hace 16 horas
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