y observa las mutaciones del mundo en su derrumbe:
las pequeñas ramas hienden el aire y son raíces
que auguran catedrales de bosques gigantescos.
Sí, el hombre aún cree y cambia la brújula por la veleta
para saber exactamente la hora y el rumbo de irse.
La moza se para en la puerta del bar y lo mira:
el último destello se arremolina en su bandeja.
Del libro Como el clavel del aire de Alberto Szpunberg
Publicado en el blog poesiaypolitica
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