Cuarenta abejas reina me miran
desde el hombro izquierdo.
Obsesionado con este sueño,
noto los brazos exánimes
de tanto sustentar el mundo,
de tanto postrarme ante mi odio.
Murió el amor y todo es ausencia y miseria.
Las abejas reina del sueño son mi suplicio.
Invento el suplicio para
huir del pasado,
huir de odiarte,
huir de odiarme.
Cuarenta abejas reina muerden
y desgarran el sueño
y lo hacen pedazos,
lo pisotean.
Lo odian y ríen.
Sus carcajadas mudas son trozos de mi alma,
mi alma que solo resiste por una obsesión.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
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Hace 1 día
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