“Apiádate, y serás el patriarca de una tribu noble y fuerte...”.
El cazador medita, escucha al viento en la fronda, deja el arma.
La tigresa se metamorfosea en una muchacha parda
-el suelo cobra vida y les obsequia con un lecho de hojas muelles-.Los
dos yacen, y al encajar el anca con el anca, ella clava las garras en
los costados del joven. Por las heridas hirvientes entra el espíritu
felino, y ruge el primer auayawara.
Isidro Iturat. España
Publicado en la revista Oriflama 22
No hay comentarios:
Publicar un comentario