cuando yo me muera
no derrames muchas lágrimas por mí
ni sientas gran pena.
Recuérdame siempre
llena de alegría
contándote historias de mi niñez
mientras te dormías.
No sé si podré
cumplir su mandato
porque nadie puede aguantar las lágrimas
al irse lo amado.
Un día en febrero
mi madre murió
y aunque quise su mandato cumplir
todo en mí lloró.
Ya no está a mi lado
pero oigo su voz
en las tardes cálidas del verano
al ponerse el sol.
Del libro inédito Enredado en cantes de JOSÉ LUIS RUBIO
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