Dos cabezas, desde el suelo,
contemplan, conectadas a varios
cables multicolores,
como en un sueño,
las viejas paredes de una cueva
decorada con esquemáticas pinturas
y quieren desde el sueño
dejar de estar conectados
a la fría e insensible máquina,
volver a los tiempos antiguos
y moverse libres
por la naturaleza salvaje,
única máquina dominadora.
Quieren además ser libres
para sentir el viento acariciar
sus mejillas,
para bañarse en las claras aguas
del mar,
para respirar el limpio aire
de un bosque de pinos,
para comer alrededor de una fogata
un trozo de carne asada,
para amar sobre la fresca yerba
a la luz de la enigmática luna.
Quieren dejar de ser esclavos
de la máquina y del tiempo.
JOSÉ LUIS RUBIO
DE FACEBOOK - 6140 - CAMBIÉ FOTO DE PORTADA
Hace 14 horas
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