El silencio dio la mano al olvido
y marcharon despacito por el camino de la zozobra.
Lágrimas mojando las velas del requiebro mortecino,
no te veo, no te siento….
Los ojos sin pátina,
no concedían anotar la luz del sol.
Palabras por alma,
aquella que me hurtaron
en noche iluminada de estrellas,
con nocturnidad y alevosía,
para verme morir desde dentro.
Sonrisas en grandes alforjas
a cambio de recuperar el color perdido.
LOLA FONTECHA -Jaén-
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Hace 22 horas
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