y creía haber aprehendido todo
acerca del oro, los vidrios de colores
y el trueque.
Por eso cuando bajé a la playa de Natal
les hice un gesto displicente
a los tres muchachos negros que me llamaban
“estos ilusos creen que soy un turista
y que me van a sacar plata
más les valdría intentarlo
con esas rocas, jejejejejj”
pensé, metiéndome en el mar.
Me seguían llamando insistentemente al salir,
fastidiado y alerta
me acerqué a ver qué querían
estaban hirviendo dos cangrejos grandes
en un tachito
y les quedaba media botella de cashaça
querían compartirlo todo conmigo.
Eso querían .
Cashaça en ayunas y bajo el sol del mediodía…
¡auch!
pero ciertas cosas
no deben ni pueden rehusarse,
tomé la botella del cuello
bebí y la pasé…
quisieron darme los 2 cangrejos
pero avergonzado por tanta generosidad
sólo quise tomar mi parte
mas me obligaron a aceptar el doble.
Luego la cashacita
me aflojó la mandíbula
y reímos.
Vestidos de reyes
acostumbran trepar por mis recuerdos
ciertamente, no los olvidaré jamás
ellos en cambio
me tienen anclado
en las aguas del olvido
más profundo y más lejano
hasta puedo sentir las algas
enredadas en mis pelos
después de todo
yo no fui apenas más
que otro gringo carapálida;
un caminante que pasó
a quien colocaron en el morral
una lección de vida;
dos cangrejos y media botella
pal’ camino, de yapa.
LEO MORGAN
Publicado en la revista Nevando en la Guinea
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