No sé del amor más que el trastorno.
No quiero dormir.
No quiero dormir.
El espejo nunca duerme.
Gimo para sostener el giro de mi pelvis.
Él está aquí.
Ha venido a verme [le digo al espejo].
Así evito dormir.
Así me pierdo en la cama sin perderme en el sueño.
Me pierdo en el espejo para no perderme en mí.
Sólo me ahogo de fantasía.
Sola me hago de fantasía.
La memoria no me vasta.
Pelvis girando.
Todavía me cabe en los brazos su cuerpo.
Y en su boca mis senos dan jugo de frambuesas.
Pelvis girando.
Dedos girando.
La cama gira.
La carne espera.
¿Acaso los momentos no saben adelantarse?
No sé dormir.
Nitrato de lenguas.
La cama gime.
No sé del trastorno más que el amor.
Él no sabe.
Ni de sí mismo, ni de otros.
Ni siquiera es una palabra.
Las palabras no pueden contener a los mundos.
Los nombres no pueden contener a los seres.
Los orgasmos no pueden contener al sueño.
La cama no puede contener los giros, los gemidos y lo demás.
Siento muchas sombras.
O son voces.
O máscaras.
Hay una luna en mi vientre.
Expulsa su luz plateada por el ojo entre mis piernas.
Se desliza y atraviesa las regiones.
Pelvis trepidando.
¿Acaso los momentos sólo saben venirse?
No quiero soñar.
No quiero soñar.
No sé del sueño más que lo negro.
O son sombras.
O son voces.
O son máscaras.
No quiero soñar.
Se acaban los giros.
La luna es nueva.
Se acaban los gemidos.
La luna es todo.
La luna es negra.
La luz viaja.
Tarda tiempo en llegar.
Aún no llega.
Aún no llega.
Aún.
La cama está perdida en mí.
Las dos perdidas en el si acaso del placer.
Esperamos el ardor de un nuevo fuego.
Al consumirnos.
Al replegarnos.
En el ocaso.
BEATA FÉNIX
Publicado en el blog beatafenix
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