La calle.
Ese mundo visible de los hombres.
Ese espacio surcado, a veces, por el muro.
Noche en una calle cualquiera;
tinieblas envueltas en infantiles
luces de lugares siderales.
Alguien hace que una melodía
llegue a nuestra alma,
que unos pasos dancen como estrellas
ante absortas miradas.
La calle.
Esa calle que alcanza su misterio
en la avanzada hora.
Un hombre suspira en una nota,
suplica en una danza.
ESMAR -Dos Hermanas-
Publicado en la revista Tántalo 67
martes, 2 de julio de 2013
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