miércoles, 5 de enero de 2011

POEMA

Cartel taurino: Fantasía…una corrida más.

Plaza de Toros de Linares:
Grandiosa Corrida de Toros, a celebrar
un veintinueve de agosto de mil novecientos cuarenta y siete,
Feria y Fiestas, de San Agustín: siendo
“6 Escogidos Toros 6”, de la Ganadería de
Don Eduardo Miura, para los diestros:
Gitanillo, Manolete y Dominguín.

A las cinco de la tarde, comenzará la corrida,
corrida, en la qué se verá el arte del toreo desde arriba,
desde una grada, grada que es un gran plano inclinado
que circunda una gran plaza, grada de bancos repleta,
bancos como peldaños de una gran escalera,
en donde se sienta la gente, a disfrutar de la Fiesta.

Los clarines ya anuncian el comienzo del Poema,
y qué, una corrida de toros es un poema que se borra
conforme se va escribiendo sobre la arena del Ruedo;
poema escrito por un torero fino, esbelto y bello como un lápiz,
poema que será borrado, arrastrando por el suelo a un toro,
a un toro muerto, como si fuera un trapo, trapo de borrar
lo escrito; faena.

Y así, salió Islero del chiquero, por la puerta del Toril
en aquél aciago día, en aquella plaza de toros
una calurosa tarde de agosto, fiesta de San Agustín:
Y qué, era un toro más de aquellos “6 Escogidos Toros 6”.

Salió, como si fuera un toro fiero traicionero
en vez de un noble e inocente toro,
que es, lo qué es, un toro para el toreo,
toro que sería un toro señero, sin él saber,
y qué salió, con toda la belleza, bravura y furia,
como sólo sale un Miura, por la puerta de un Toril,
con sus manos y finas patas rasgando en su camino el suelo,
resoplando como un huracán, con todos sus sentidos prestos,
alzando su noble cara, mostrando su cornamenta
cornamente que reta, al que a él se enfrenta:
Desde su soledad de toro, en una inmensa plaza de toros
en la que todo, hace presagiar su muerte.

Frente a él, un junco cimbreando, por el viento
en su pose de torero: Torero, hombre de valor lleno
pues al arte del toreo domina, como domina su miedo
miedo que por ser valiente domina, pero siente
que es lo que es ser valiente, tener miedo y dominarlo,
al mantenerse inmóvil frente a un noble toro, señero;
la estética del Torero junto, muy junto al toro, como
si fueran uno; Torero y Toro.

La faena, los capotes, banderillas y caballos;
los aplausos, ovaciones y los ¡olés!;
la muleta, los cansancios, los temblores; junto a sangre
y sudores, bocas secas y clamores, concentraciones
y los roces, entre Toro y Torero, arena y flores;
el brindis a los señores, la montera cae al suelo,
el Torero y, la barrera a su espalda, de rodillas:
La hora de la verdad llegada, de puntillas,
arrancada y el estoque afilado matador,
hombro, brazo, muñeca y mano, filo;
la estocada y el clamor, los aplausos y el adiós,
adiós al toro, toro qué fue, el único que murió.

Julio Guzmán Sanchis

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