“¡Quiero el soneto cual león de Nubia:
de ancha cabeza y resonante cola!”
Guillermo Valencia
Dos luceros quedaron en mis ojos prendidos,
cuando en aquel paisaje agreste yo te vi,
y locas mariposas que nunca presentí,
en mi pecho aletearon cual heraldos perdidos.
Un mirlo flirteando planeó en la verde alfombra
y alcanzó en raudo vuelo el pico de su mirla:
bailó una danza etérea en su ansia por asirla.
Yo pensé embelesada: ¡es el amor sin sombra!
Temblando las espigas rubiales se abrazaban
y con un áureo beso sus cuitas se contaban:
en fragantes lavandas, diligentes abejas,
al milagro ayudaban del amor en estío:
No hubo más angustia, desolación ni hastío,
y fui con sus luceros cual un pájaro en rejas.
Poema del libro BARAJA DE POEMAS
Premio de reconocimiento y diploma de la Famous Poet Society of Hollywood, California (1996) Leonora Acuña de Marmolejo
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