Soy agua y aire impregnado de esencias de romero y retama de la sierra gaditana.
Llevo en la sangre la fortaleza de la encina, la bondad del trigo, la dulzura de la uva, la resiliencia de la parra, la frescura del agua de sus montañas.
La bravura de las reses bravas cincela mi carácter indómito.
Soy leal con quien me quiere, a pesar de sus defectos,
cual perro fiel que guarda la casa y sigue a sus amos y les sirve incondicionalmente, con el amor reflejado en la mirada.
Mi corazón es fuego, como el Sol que nos despierta cada mañana. Es tierno y cálido como pan recien sacado del horno.
Es inocente, como un niño; entregado, como una novia.
Es transparente, como el rocío que besa los geranios de las ventanas.
Todo lo soporta, en la gente confía, y se deja llevar por los sueños; aunque a veces éstos fracasan.
Mi alma, noble y cándida, se entrega totalmente a la persona que ama.
Es delicada, como la brisa veraniega que besa tu cara.
Es decidida, como la espuma de las olas que rompen en la playa, ésas mismas que te abrazan cuando te bañas.
Mis manos... Mis manos son pequeñas, no pueden abarcar todo lo que ellas quisieran.
Son ellas las que escriben y pintan; ellas, las que expresan lo que siento.
¡Las mismas que me convertirían en Dios, vida mía, si te acariciaran!
Del poemario "A CORAZÓN ABIERTO" de
JUAN PAN
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