El eco de las olas de cristal
resuenan el vacío de mi llanto,
y vienen con espumas de su canto
a hundir mi soledad, a lo inmortal,
se estrellan en lo tosco de su fal,
dejando su cantar en el quebranto,
y el uso del pleamar deja su encanto,
del coro, de una fría ola triunfal.
Serás en mis hogaños de mi vida,
la ola que apacible, en su cantar,
me da:, su melodía florecida,
su beso de hada musto con valía,
su amor, lleno de luz obnubilar,
que borra de mi ser melancolía.
José Manuel Quintero Rojas
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