Te fuiste, me dejaste;
me abandonaste,
sin decir palabra alguna
desapareciste rauda.
Te fuiste como el frío
que llora con el sol;
como el agua entre mis dedos
caíste al suelo llorando.
Te fuiste con alegrías,
melodías y armonías,
buscando una sinfonía
que quedó en el mutismo.
Te fuiste ingrata,
como la fiera gata,
sin bombos ni platillos;
como la sombra negra.
Te fuiste y ¿qué hacer?
nada, solo resignarse;
¿qué más? Seguir la senda;
nadie se muere de amor.
Elías Franklin Leiva Castañeda -Perú-
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