En medio de la plaza
entre faroles apagados
te vi blanco Cristo
con la cabeza caída
y los ojos cerrados
por la muerte dolorosa.
Hoy no tocan las campanas
de las iglesias de Córdoba
hoy solo una guitarra
acompaña tu soledad
invitando al curioso paseante
a echar monedas en su platillo de cobre.
De noche, aunque no te he visto,
tu blancura alumbrará la oscuridad
y tus faroles darán vida a la plaza
que seguramente se llenará de sonidos
nuevos que tu figura muerta,
que tantas veces han visto, ya no les dirá nada.
JOSÉ LUIS RUBIO
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