Ya tus sonrisas
no me abrazaban tan fuerte,
ni tus brazos queman lo suficiente para hacer cenizas mis miedos.
Pero pasará la noche
y pasarán los momentos
e incluso pasó
tu aroma junto aquel recuerdo, aquel último sueño.
Y pasó.
Pasó cómo esa estrella fugaz que pidiéndole un deseo.
Se fue tras el viento
muriéndose en mis labios aquel beso que he ansiado durante tanto tiempo,
casi al borde de mi piel,
casi rozando tus labios
para robarte un último beso y poder salvarme.
María de los Ángeles Ares Lago
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