Non supe que mi papá tenia trigo en sus manos
hasta que me di cuenta que el pan
no caía directamente del cielo;
nos llena la panza y le da alegría al alma.
No supe de sus yemas trabajadoras
hasta que florecí y me emancipé del jardín;
cuando supe del agua, la nieve y el frío,
como maíz, o como miel silvestre.
No supe que mi papá tenía clorofilas
en sus uñas vegetales y firmes;
que sabían arrancarle el sustento
a la dura tierra para entregárselo a sus hijos.
Siempre pensé que la igualdad es cosa de todos
hasta que descubrí la igualdad del rocío y el torrente;
cuando descubrí que el mundo era otra cosa,
cuando vi que nardo y pena son un mismo binomio...
Hasta que mordí el polvo de la tierra,
con dentelladas, el sabor salobre de la tierra;
el trabajo duro, el sudor del pan,
los días, los meses y los años.
Hoy cuando la vida me ha enseñado,
sé que sus manos eran más hojas, más árbol,
más tierra dura que pan, y que esa tierra
"roja" y dura cubrió sus manos para la eternidad...
RAFAEL CHACÓN MARTEL
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