En vano es tanta codicia
de acariciar siquiera
a las orillas sinuosas del
amanecer cautivo de los sueños.
Vana renuncia
a toda la ronda
de las noches cuando se sabe
que te espera un día nuevo, desesperado.
Tanto tiempo en el vacío
sujetando a las noches
de efímeras decisiones
cual blondas nubes lejanas.
Fatales intentos sobre la bóveda
derruida de encuentros
rutilantes y relampagueantes,
propio de los latidos insepultos.
Falaz manera rodante
llegas y sin más vuelta
te vas, solo dejas sensaciones
de seguir buscando mis y tus huellas.
¡Cuánta dispareja ecuación!
se resbala a raudales
por los cauces solo de piedras,
solo de agua, que jamás, volverán.
Orlando Ordóñez Santos
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