Ante la efigie del afable viento
lanzaré mis arpegios sonoros,
donde lleve a mi beso hambriento
a los lagares de tus imploros,
seré ese cantar del ruiseñor
llegando pausado hacia tu alma,
siéndote fiel y dando mi amor
para amarte con toda la calma,
eres eco de toda la nada,
donde se ve tu bella mirada,
dando dulzor a mis desconsuelos
con tanto amor y tanta emoción
que da tu mente del corazón,
por ser la dama en todos los cielos.
José Manuel Quintero Rojas
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