Llevo la mochila a mi espalda,
vacía, sólo la mirada está llena
de tu hermosura.
Al fondo, las nubes anaranjadas,
juegan con la cima de una perfecta
armonía de proyecto.
Mis pies se hunden sobra el blanco
mosaico que desprendes en la
lejana llanura.
Voy dejando huellas, el viento
las borrará un día.
Ave de paso que sobrevuela
sobre la mente vacía de
clemencias y dudas.
Quizás, en otra vida, vuelva de nuevo
al mismo paisaje.
De lo que estoy segura, es que el paisaje,
habrá desaparecido de mi vida y
con él… el ave que me guía.
Juana Campos Cortés
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