Don Pedro Sardi no tuvo hijos; afirma Rafael González Rincones, en Cartas barinesas; pero tenía un hermano en Ciudad Bolívar, quien tenía un hijo llamado Simón, que estuvo estudiando en Barinas en el colegio de Napoleón Sebastián Arteaga, quien se distinguió por acérrimo liberal y enemigo de su paisano Agustín Codazzi.
Don Pedro Sardi llego a Venezuela poco antes de 1830 y su destino fue la ciudad de Barinas, a la que conocía por referencia por cuanto apreciaba la fama que tuvo en tiempos de la colonia la producción de tabaco, añil, cacao y café que llegaban a Europa en los barcos de carga y ufanado exclamaba que en su casa de Torino aún se conservaba una de las vasijas de porcelana holandesa del siglo XVIII, en las que se vendía el preciado producto traído de tierras barinesas.
“Yo llegue muy pobre a esta ciudad, aún quedaban los residuos y huellas de la calamidad sufrida en la guerra de independencia; pero se notaba en la esbeltez de las ruinas de las casas de tejas que habían sido incendiarias por los realistas, la opulencia y riqueza que llego a tener, con razón en Europa era conocida como la segunda ciudad de Venezuela”.
Así contaba en las tertulias de amigos y parientes don Pedro Sardi, italiano que se hizo llanero, por cuanto los Sardi de Mérida y Trujillo provienen de sus sobrinos Rómulo y Atilio, a quienes la guerra federal hizo que huyeran a esas ciudades, luego que le fuera saqueada e incendiada la tienda que el tío Pedro les pusiera para que se independizaran, mientras él seguía comercializando productos y enseres para Europa a través de los barcos que zarpaban desde los puertos de Torunos o Nutrias.
“La guerra federal término de acabar con estos pueblos, lo poco que dejó la guerra de independencia fue arrasado, la gente perdió hasta sus casas y todas sus pertenencias, mucha de esa gente emigró para los Andes y otros se fueron para Nueva Granada.”
Contaba imbuido en su pesadumbre este llanero italiano, quien fue testigo de todos estos inimaginables y asombrosos hechos dignos para un guión cinematográfico.
Don Pedro Sardi, en la modorra de la tarde seguía recordando esos aciagos días que sirvieron para fortalecer el arraigo y amor por esta tierra.
“Recuerdo cuando partí para la Nueva Granada luego de la derrota sufrida por el mariscal Juan Crisóstomo Falcón en Coplé. Me llevé el baúl de mi compadre Rafael Antonio Rincones, quien se hallaba en Nutrias con el general Fuentes. Me empecine de salir por Arauca; pero antes de llegar a El Amparo, poco antes de Periquera por un estrecho y abrupto camino, tupido por una montaña me robaron y maltrataron, gracias a Dios dejándome el valioso baúl de mi compadre, enchapado en plata”.
Con emoción en su blanco rostro envejecido, se notaban sus vivaces ojos de azul mirada, que solo parpadeaban al hacer una pausa, para enseguida continuar narrando sus vivencias que entre nieblas y sabanas habían surcado su aventurada existencia.
Del libro inédito Entre nieblas y sabanas de
Alberto Pérez Larrarte
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