No existe la prisa, tu vida
es tren de presteza máxima.
Allá en la distancia, por el horizonte,
se divisa una tenue línea…
la de tu boca sedienta de mentiras.
No existe en ti más riqueza,
sólo posees la sed que dejas.
Las sombras de medianoche
maduran los sueños dormidos.
La mente busca por los huecos
de una morada que sólo habita
en la imaginación que nada evoca.
La oscuridad existe y vuela,
la memoria, vagamente transita.
Sí, prefiero escribir unos versos,
quizás una metáfora que tiemble
en los adentros de mis entrañas;
tú ya te fuiste en aquel
tren de medianoche sin equipaje,
dejando apenas una sonrisa que
la memoria evoca con un silencio.
Aquí me quedo, pintando el ocaso
sólo con miradas, con recuerdos
y… mis manos vacías de caricias.
Juana Campos Cortés
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