jueves, 24 de noviembre de 2016

II


Y dime;
¿Cómo puede el sol salir
cada día
sin que la ausencia de la luna
lo destroce?
¿Cómo puede la luna irse
sin ver al astro de sus días?
Me he dado cuenta, sin embargo.
Me he fijado.
La luna se queda
en el cielo
hasta que todos estén dormidos.
Él se asoma antes que todos
despierten.
Y es ahí.
El momento en que se admiran
el uno al otro.
Como se admirarían
dos extraños fascinados.
Como se admirarían
dos polos opuestos
atraídos
por fuerzas más grandes que ellos.
Yo los he visto.
He visto a la damisela
renovándose cada noche
para su caballero de rubios rizos.
He visto al hombre
practicar sus mejores sonrisas
para iluminarla cada que pueda.
Los he visto.
Ese momento en el ocaso.
Ese instante en el que casi se tocan.
Casi se besan.
Casi se aman.
Ese momento en el ocaso.
Es mi favorito en toda la humanidad.
Supongo que, de algún modo,
se asemeja a nuestro amor.
Casi real.
Casi falso.
Casi perfecto.
Casi.

Del libro Más que el temblor de Emy Torrealba -Venezuela-


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