No me acostumbro.
Tienes que dolerme tanto para estar.
Tienes que destruirme para sentirte.
No me acostumbro.
No quiero sufrir por ti.
No quiero si quiera odiarte.
No me acostumbro a esto.
Te vas.
Regresas.
Pero nunca te quedas.
Y no me acostumbro.
Pues, no amarte es extraño.
Pues, no extrañarte es liberador.
Pero no me acostumbro a verte así.
Triste.
Solo.
Sin mi amor.
Pero me acostumbré ya a no llorarte.
Y es gratificante para mí.
No ser la misma de antes.
En cambio, ser más fuerte cada hora.
Del libro Más que el temblor de Emy Torrealba -Venezuela-
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