Madrugada con sabor a bronce.
Un olor a metal en la brisa.
Gota a gota, va cayendo la sangre de la luna.
Dentro mi boca dormida.
Espesa madrugada de ceniza.
fuego y plata en la saliva.
Al tragarme como me trague yo,
la sangre de la luna herida.
Sangre de plata cayendo
dentro de mi boca todavía niña.
De la luna, que se fue apagando lentamente,
como se apaga una luciérnaga sin vida.
De esa luna herida de amor,
que se abrió su corazón, con una espina.
dejándose morir brillo a brillo,
Siendo una flor de luz que se marchita.
Madrugada con amargo sabor a bronce,
Noche de plomo y ninfa herida.
Sangre de estaño y plata que se derrama
dentro mi boca dormida.
Hilo a hilo se consume la luna,
teniendo dentro de sus entrañas la espina.
la espina de esa rosa de los vientos,
que se clavo, como un puñal dentro de su alma herida.
Debora Pol.
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