lunes, 5 de mayo de 2014

LAS CUNETAS


Las cunetas lanzan plegarias de sangre insepulta.
Continúan los días de largos naufragios
en tierras donde tiembla la infancia del olvido,
A la luz del valle, un viejo de blancos cabellos
esboza una profunda y agria sonrisa, de mala conciencia,
por los vendavales de injusticias que sus huestes
hicieron convirtiendo la tierra de labor
en un paisaje de repudiadas cruces de penurias.
Fáciles conjuras de secretos que su memoria jamás le perdonó.
Pero los nombres siguen repetidos en sediciosa altura
donde la piel de rebeldía no cesa.
Son conscientes de su mala leche y el silencioso agravio a la razón
en una genealogía del desamparo que avasalla eclipses.
Pertenecen a una casta que puso velos a la luna,
con rostros grisáceos de angustia.
Gente de influencias que dejaron rastros de envilecida injusticia.
Dejando viudas tras atardeceres condenados .
Mujeres guardianas de la ternura, que vivieron en penumbra
las soledades de noches sin caminos de linajes.
Rotos todos los sueños, desnudas las esperanzas
entre legiones de harapos con el alma herida de dolor,
soportando una dinastía de traiciones, miedos y orfandades
con un fondo de ultraje en tiempos de miedos y perjuicios.
Con su pena por escapulario. Tatuado en su piel
el ser pobres, hambrientos, postergados a una vida de penurias.
Esclavas en un reino de códigos dictados por la voz de las injurias.
¿Para cuándo la piel de las bienaventuranzas?
¿Para cuándo un conjuro de magia solidaria?
¿Para cuándo el “prodigio” de enterrar a sus muertos en Tierra Santa?

PEDRO JESÚS CORTÉS ZAFRA -Málaga-

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