A la Luna la mataron
cuatro diablos hermosos
que le arrancaron la vida
con cuatro besitos de oro.
Cuatro celos despuntaron
en los filos de sus labios,
y cuatro caballos huyeron
al cielo, por un atajo.
La pasión le robó el aire;
el miedo la luz de su cara;
el amor bebió sus mares,
y el dolor le quebró el alma.
¡Ay, jinetes! ¿Qué veneno
de dulzura bebió la Luna
que cada noche os espera
muriéndose en cada cuna?
¡Ay, diablos! ¿Qué veneno
de ternura bebió la Luna
que cada noche se viste
de gala con luz oscura?
Y os espera ... triste ...
A la pasión, en creciente,
al miedo, en luna nueva,
al amor, cuarto menguante
y al dolor, se pinta llena.
MANUEL JIMÉNEZ
Publicado en el blog instante cero
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