Allí donde la rosa
que el pubis dignifica en tu cuerpo
arden mis labios como lo hace una brasa
en la palma de mi mano.
Emergen alegrías que filtran hirviendo
desde las fuentes y que el lecho depura.
Solo con la noche y su éxtasis fragmentado,
sueño tu presencia.
El desvelo pronto me sorprende.
Dejo inconcluso este escrito.
JOSÉ DE ZAN
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