La justicia acaba donde empieza el poder.
(sensación que experimentó el pueblo romano
durante la dictadura de Sila, 84 a.d. Cristo)
Si el destino de un hombre va asido
a la voluntad o capricho de terceros
que utilizan para su mayor provecho
qué será sin duda la penuria
del necesitado, de poco valdrán
sus ingenios, esfuerzos y sudores
porque sus necesidad ha sido dada
precisamente por el mayor poder
de sus segundos y terceros semejantes
que se la han creado para acrecentar
la base de su privilegiada situación social
esa que ha de mantener a costa del hombre
más débil en la sociedad que ellos
regentan y que no cesaran de expoliar.
El hombre ese animal evolutivo
ojalá se dirija hacia la vía
que desemboca en el sendero
donde el poder pierde su trascendencia
y donde esa maraña de normas
represivas del hombre hacia el hombre
que perpetua su propio cáncer
deje de representar a la justicia.
Francisco Jesús Muñoz Soler
Publicado en la revista Nevando en la Guinea 35
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