La lluvia cae con ojos agotados pegada a las esquinas de mi corazón.
El inútil cansancio que crees tu destino solo son arañazos en un mar de larvas de pezones como labios.
La pétrea luz de las anteojeras de los siglos que te impiden dar dos pasos seguidos, será una alcoba blanca y de huellas resplandecientes.
Todo toma y retoma, pero cohabitas con la fuerza de los siglos que llevan grabadas a fuego las palabras mágicas: quién resiste, gana.
GUILLERMO JIMÉNEZ FERNÁNDEZ -Mérida-
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