sábado, 4 de mayo de 2013
LA CAVERNA
Dice Saramago, en su libro “La Caverna”, que no se puede recuperar el tiempo perdido: que el tiempo que ha pasado, pasado está. Y es así. Lo más que podemos conseguir es reconocer esa pérdida e intentar que no se produzca en futuros más o menos próximos. El tiempo, en definitiva, no pasa, no existe; es un lugar de encuentro en donde desarrollamos nuestras efímeras existencias, a las que, ingenuamente, cronometramos.
La vida es tiempo cronometrado, está compuesta de momentos, recuerdos, experiencias, incluso memorias. La vida es eterna; la de cada uno y cada una de nosotros. Somos tan absurdos en muchos momentos que creemos que viviremos siempre, y actuamos como si fuésemos a construir nuestros propios paraísos de existencia ininterrumpida. Vivimos así egoístamente, adquiriendo cosas materiales como quien absorbe aire en sus pulmones; recogiendo migajas en ese espacio al que hemos llamado tiempo, engañándonos con futuros inalcanzables.
Hay que vivir la vida, lo demás es pura parafernalia, estúpido engaño, imaginaciones desbordadas de mentes ofuscadas por la posesión y la irracionalidad. Vivir porque, ante todo –y mientras no se nos demuestre lo contrario- sólo se vive una vez.
Francisco J. Segovia -Granada-
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