Allí, donde el silencio oculta tu llanto,
allí, donde el espejo rechaza tu figura,
allí, donde ni vives ni mueres,
allí, mirando un cielo sin color,
allí, hablaste sin mover los labios
derribando rocas y meciendo troncos
de centenarios robles y olmos;
estremeciendo los huesos enterrados
bajo la fértil tierra;
agitando al plácido río
que se perdía entre los cañaverales.
Hablaste claro y contundente
sin una palabra de más ni de menos.
Concisa pero enérgica, sin titubeos.
Fue en ese preciso momento, en ese,
cuando unas gotas de lluvia
encharcaron la seca hierba,
fabricaron espejos en el asfalto
y escondieron entre negras sábanas
a la dolida luna que te escuchaba
perdida en su viejo pensamiento
que sigue creyendo que tú estás quieta
mientras ella gira en el universo
buscando el primer suspiro
huido de su pecho una fría noche
del inicial milenio.
Del libro inédito El beso de la muerte de
JOSÉ LUIS RUBIO
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