Cuando triste y abatida, en las calles de tu vida,
cuando sola y pensativa, tú te sientas vida mía,
yo pendiente y amoroso, si, te espero en la avenida
donde el cruce de los tiempos, me permita esa alegría.
Allá estoy, en esa esquina, aquí estoy preciosa mía.
Yo no sé lo que ha pasado, yo no sé cuanto has sufrido,
solo sé que soy tu paño, soy tu guardia que vigila ,
soy tu tierno confidente… soy tu fiel enamorado.
Aquí está mi bien amada, este pecho que te adora,
por tu vida y por tu amor, este corazón que implora,
llénalo de tus pesares, de tus penas, mujer buena,
ya no llores por favor… evítame tan cruel condena.
Y si con tu llanto mojas por encima el corazón,
eso es poco comparado, con lo del ser interior,
ese llora destrozado, esta pena que es de dos,
ese sufre demasiado… pierde y pierde la razón.
Cuando tus lágrimas, vida, nos arrastren a los dos,
te esperaré en esa esquina, para abrazarte mi amor.
Darwin I. Flores Varela
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