Somos dos islas desiertas
y un paraíso de hechizo.
Somos dos lágrimas de agua
que su destino han unido.
Al despertar del ayer
pude sentir nuevos bríos,
y una mañana otoñal
tuve un deseo muy vivo,
de compartir junto a ti
viejos y nuevos caminos:
entre algodones de estrellas,
entre rubores y mimos.
Y en el desierto dorado
del paraíso escondido,
pudimos bien descubrir,
entre susurro y suspiros,
cómo dormía la alondra
acurrucada en su nido.
Y al despertarse la luna
en nuestro azul paraíso,
suaves miradas envía
a pececillos dormidos...
Y cuando asoma la noche
en el ocaso infinito,
bailan las olas del mar
en los callados abismos,
apareciendo las islas
con manto blanco de armiño.
Y nuestras almas se funden
bajo murmullos de idilio...
Pilar Mateo García -Madrid-
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