Desde hace meses no me encuentro bien. He ido al médico, pero dice que es normal, que puede ser un virus. Sin embargo, algunas noches, me despierto desnudo en mitad de algún descampado con restos de sangre en la boca y ni siquiera sé cómo he llegado hasta allí. El otro día me detuvo la policía por exhibicionista y pasé la tarde entre rejas.
Mi psicoanalista cree que el divorcio me está trastornando. Tanto que, cuando nadie me observa, me da por orinar en las esquinas. A veces, incluso, me entran ganas de oler el culo a los perros del parque, pero en cuanto me ven se ponen a ladrar como dementes.
Desde que Laura se marchó ya no cocino. Me limito a comer la carne cruda. Antes me gustaba la música heavy (AC/DC, Metallica). Ahora solo escucho “mariconadas” como la canción esa de “Como un lobo” de Miguel Bosé. Pero lo peor no es eso, no. Lo peor es que el dentista del barrio se está forrando a mi costa. Y es que no sé por qué, pero no gano para brackets.
Publicado en la revista digital Minatura 117
No hay comentarios:
Publicar un comentario