sábado, 5 de mayo de 2012

LA CAÍDA DE UN IMPERIO

Octavio Augusto grita en su trono, aúlla improperios contra su maldito general, Varo, que al frente de varias legiones ha sido derrotado y muerto junto a todas ellas, exterminado por los bárbaros. La Pax Augusta tiembla, los germanos amenazan las fronteras y la civilización romana no puede imponerse a esos hombres altos y rubios, vociferantes y salvajes que sólo conocen la religión de los druidas y el tribalismo.

Octavio Augusto exige con rapidez una venganza. Mira a su alrededor y ve a sus acompañantes: su hijastro Tiberio, de mirada soslayada y fría; a Calígula jugueteando cruelmente con un pobre gato; al estúpido de Claudio babeando de forma harto miserable... Ve a sus posibles sucesores, y a su esposa, Lyvia, flotando sobre todos ellos, con su sonrisa de esfinge.

“Varo, devuélveme a mis legiones”.

El Imperio tiembla en los cimientos. Nada es eterno y los bárbaros, a pesar de todo, tomarán el relevo.

Publicado por Francisco J. Segovia -Granada-

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