sábado, 12 de noviembre de 2011

BREVERÍAS


2196

No fui nunca de nadie, aunque ofrecía
siempre mi cuerpo, mi alma raras veces,
jamás articulando ‘vida mía’,
ni análogos vocablos; y apareces
como el milagro que soñara un día,
o siempre ambicionara, y me estremeces.
Y me entrego, y me fluyen a raudales
tantas palabras que juzgué banales.


2197

Yo aprendí, sin que nadie me enseñara,
a amar, y a aborrecer. Tal vez la vida
fue destilando en mí sed y rechazo,
y el arrojo que acerca o que separa.
Pero nunca aprendí cómo se olvida
la ilusión, abatida de un zarpazo.


2198

Quisiera ser el charco que sortea
cada persona adulta, y solamente
el bullicioso niño chapotea.

Quisiera ser el vaso de agua pura
que el peregrino por favor implora,
no el río que a la fuga se apresura.

Quisiera ser la almohada en que reposas,
no la columna que sostiene el techo,
y quisiera, quisiera ser el lecho
que acompaña tus noches soledosas.


2199

En la estación del Metro, y al amparo
de los airados puños del invierno
tocaba el clarinete.

Era casi su voz, y era el disparo
de la protesta que en su fuero interno
contra un mundo despótico arremete.


2200

Soy solamente un paso, no un paseo,
y una huella tal vez sobre la arcilla,
que las lluvias borraron.

O soy tal vez bajel que no fondeo
en dársena leal, y cuya quilla
dejó estelas que se desdibujaron.

FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Ángeles-

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