CRUCE DE MIRADASLa cruz del Tajo mira las blancas palomas
que lentamente sin desplegar sus alas
descienden hasta el río de frescas aguas.
En un instante tu mirada se cruza con la mía
que desde el río contempla las inmaculadas casas
ascendiendo por el monte en busca de la cruz.
Los dos estamos solos: la cruz en la cima del monte;
yo en un banco de una calle llena de tiendas.
A ella los rayos del sol calientan su metálica estructura;
a mí los árboles me dan sombra, me refrescan el rostro.
Ella está quieta, no puede abandonar su mirador;
yo me muevo entre la gente sintiendo su respiración.
Dentro de unas horas tú seguirá en Ubrique;
yo volveré al mar con tu imagen grabada en mis ojos.
JOSÉ LUIS RUBIO
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