CON LAS LLAMAS DEL VERSO
A mi madre
Caminan los silencios, sobre el arpegio dulce de las horas.
En la virgen hondura del otoño dormido en la hojarasca,
desnudo los recuerdos, aprisiono el ayer, descubro lo que fue;
hago mía la huella indeleble de sus pasos.
Caminan los susurros sobre la crujiente piel amarilla de las cartas.
El murmullo sediento de las hojas, destrenza un eco lejano,
una palabra hecha música en el sol de la tarde.
Un abrazo de nido y de paloma enciende las cenizas
con las llamas del verso.
Sombra palpitando en el ayer, que avanza, avanza, con los mágicos ojos,
de una estación dorada en la ternura.
Y se detiene, etérea, blanda, sobre la rosa encendida del latido,
detrás de las pupilas, mas allá del tiempo y el espacio.
Lidia Esther Lobaiza de Rivera-Coronda(Argentina)-
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Hace 14 horas
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