EL DÍA DE LA CRISIS
Francisco José Segovia Ramos(Granada)
Amaneció un día en que los hombres y mujeres de todo el mundo comprendieron, y tomaron la decisión de no pagar sus deudas a los bancos. De la noche a la mañana, como si un dios desconocido hubiese implantado la idea en las mentes y los genes de todos los seres humanos, millones de personas se negaron a saldar sus hipotecas, préstamos y débitos de generaciones con la Banca. Los cimientos del Sistema temblaron. Al principio ligeramente, pero ese movimiento ciudadano fue creciendo en intensidad y gravedad, como un terremoto de poca intensidad pero de larga duración, y finalmente provocó una catástrofe financiera sin parangón en la historia conocida.
La bomba informativa estalló el sexto día de la crisis, cuando varias grandes multinacionales se quedaron sin recursos económicos por falta de pagos. Los líderes mundiales se pusieron tan nerviosos que incluso perdieron sus formas educadas ante preguntas incisivas de los periodistas sobre la situación financiera. El décimo día las fuerzas del orden salieron a la calle para reprimir a las decenas de miles de personas que se manifestaban exigiendo el reparto de lo que unos pocos escondían en sótanos acorazados o paraísos fiscales. Transcurrido un mes, miles de bancos y sedes de grandes corporaciones ardían de la mano de furibundos y vengativos ciudadanos.
Cuando había pasado un año el Sistema estaba destruido. Seis mil millones de hombres y mujeres pobres, pero libres de deudas, miraron al cielo, que seguía en el lugar de siempre. Por vez primera se sintieron libres, atravesaron todas las fronteras y se pusieron a hacer las cosas de una forma totalmente diferente.
En las sombras, sin embargo, un antiguo y paciente banquero comenzaba a hacer otra vez las viejas cuentas.
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