miércoles, 14 de septiembre de 2011

POEMA

CORTEJO FÚNEBRE

Dos tristes cruces colosales
y gemelas son el destino
de un desvencijado cortejo fúnebre,
que a duras penas
portan un enorme ataúd
donde va encerrada
la belleza en su desconsuelo.
Nadie parece llorarla,
nadie la echa de menos
en este mundo ridículo
de máquinas y estridencias.
Nadie sale de sus casas
para liberarla
de sus cadenas,
prar proclamarla a
los cuatro vientos.
Todos callan y encienden
sus televisores
o se parapetan tras sus
auriculares o sus pantallas,
pero yo sé que no está muerta,
sólo se ha refugiado más profunda,
tierra adentro de nuestros corazones,
rozando con su aura
la carne íntima de la entraña.

Del libro Tristeza en el Gran espejo dorado de JUAN EMILIO RÍOS VERA

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