NINGUNA HUELLA ES NUESTRA
Hemos regresado y nos hemos quedado
tremendamente sorprendidos. No reconocemos
el perfil alargado de los lugares de siempre.
No sabemos si han crecido con el paso del tiempo
o son nuestros ojos quienes perdieron la perspectiva.
Nada es igual y todo es tan extraño
que nos sentimos totalmente desplazados,
perdidos, entre un ayer que no está
y un hoy que nos envuelve donde
ninguna huella es nuestra.
Delante tenemos una ardiente y abrasadora
corriente que nos va quemando la piel
dejando al descubierto unos huesos
amarillentos faltos del sol vivificador
que escondido entre nubes de algodón
no calienta ni la tierra ni el mar.
Nadie nos dirige la palabra ni nos mira
somos unos entes invisibles
que desconocemos porque perdimos
el calor de las viejas miradas.
JOSÉ LUIS RUBIO
sábado, 10 de septiembre de 2011
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