ATARDECER ENTRE NUBES BLANCAS
La blanca nube lo poseyó,
lo arrebató a mi mirada
dejándome solo sus rayos
que rompen el azul al tiempo
que ennegrecen el resto del paisaje.
La blanca nube lo cubrió
con su manto desigual
llenándose de su color
por un solo y único instante
que nunca se repetirá.
De pronto, veloz, sin pausa,
un velo negro ocultó a mis ojos
las danzantes figuras
y me quedé con un destello
fugaz que me hirió la pupila.
Me senté en el frío suelo
esperando pero frente a mí
nada surgió porque allí
nada había que mis ojos
alcanzaran a reconocer.
Me levanté despacio
y sin apartar la mirada
retrocedí unos pasos
y creí ver una figura
perderse en un cielo estrellado.
JOSÉ LUIS RUBIO
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