Tacita de café
La taza era una súplica de arcilla
que no alcanzó a ser ánfora. Sedoso
hila el humo y retuerce, silencioso,
su línea de calor. De orilla a orilla
el amargo sabor del café brilla
sobre el oscuro espejo tembloroso.
Yace al fondo el estímulo, en reposo,
que se alzará en vigor de banderilla.
Esa fuerza motriz vibra, acelera,
y potencia la acción de la galera
que navega los mares de la mente.
Despierta a cada inmóvil galeote
cautivo en el cerebro, y saca a flote
los temas sin pudor del subconsciente.
Álamo quiero ser
Álamo quiero ser, de abrazo al viento,
de porte señorial en ascendencia,
vigilante de estepas, con urgencia
de detectar quietud y movimiento.
Fluya el río a mis pies, ya somnoliento
remolcando suspiros e insistencia
de labios juveniles, o en demencia
de sentidos rebeldes, turbulento.
Vuelen zorzal y alondra en torno mío,
sea la primavera mi atavío,
acarícieme el tacto de la luna.
Absorto en su visión llegue el amante
y descanse a mis pies, y en desbordante
celebración conquiste su fortuna.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO -Los Ángeles-
DE FACEBOOK - 6192 - LECTURAS DE 2024
Hace 1 día
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