GEMÍAN
Gemían los espejos rotos
y los relojes heridos
daban minutos agónicos.
En los almendros en flor,
las almendras de tus ojos,
veían pasar las nubes
viajeras rumbo a lo ignoto.
El sol, lágrima de fuego,
con acento doloroso,
susurraba ardiendo en llanto
y llama a llama más solo:
-“Si es que existe la verdad
es que en verdad no hay retorno.”
El sol, como tú y yo, yéndose
deliraba como loco.
¡Ah delirio de delirios!
Gemía los espejos rotos
y los relojes heridos
daban minutos agónicos.
JUAN CERVERA SANCHIS -México-
martes, 2 de agosto de 2011
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