Rostro de carnaval (I)
Detrás de la pantalla está el latido.
Ensayará a ocultar su silueta,
rostro de carnaval tras la careta,
mas su pulso no queda inadvertido.
Escúdese en la sombra, en el vestido,
o en el silencio, sonará a trompeta
cada palpitación, bardo o profeta
que no sabe quedar enmudecido.
Podrá alzarse un blindaje, una fachada,
mas tras cada defensa enmascarada,
siempre habrá un corazón delatador.
Esta mujer que hoy vino haciendo alarde
de indiferencia, de que ya es tan tarde,
exuda por sus poros el amor.
Rostro de carnaval (II)
Y sin embargo no me dijo nada
que no hubiera otras veces reiterado,
como si al insistir en lo alegado
quedara su opinión evidenciada.
Al escucharla, fijo en su mirada,
comprendía ambas partes. Por un lado,
el sonoro discurso, disfrazado,
y por el otro la verdad callada.
Esta mujer, clamor en el desierto,
me deja ver su corazón abierto
tras el claro cristal de sus retinas.
La contemplo en silencio, y al momento
se levanta, y en grácil movimiento,
cierra, conspiradora, las cortinas.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO
Los Angeles, 17 de abril de 2011
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