Uno de tantos
Se acostumbró a perder. Cada victoria
se tornaba en desastre, cada idea
era un ir y venir de la marea,
perplejidad, sin fija trayectoria.
Dispar, polifacética su historia,
con alguna galante Dulcinea,
y múltiples Aldonzas, su odisea
por la nocturna jungla exploratoria.
Amó una vez, o al menos lo supuso.
Nadie supo, ni él mismo, si era iluso,
o seductor de mente retorcida.
Pero era un hombre solo, uno de tantos,
sonrisas en el rostro, y desencantos
tapizando la urdimbre de su vida.
Reajuste
Ya no cabalgas látigos de viento
restallando en tejados y balcones;
ni navegas etéreos galeones
de nubes en perpetuo movimiento.
Despierto de tus sueños, y aún hambriento
de odiseas, auroras, emociones,
menguas la expectativa, y te propones
caminar a pie firme en seguimiento
de más recientes, asequibles huellas.
A tal nivel no arrancarás estrellas,
mas será realizable tu proyecto.
Es bello el firmamento, mas lejano.
Sólo aquello al alcance de la mano,
si lo haces tuyo, lo hallarás perfecto.
FRANCISCO ÁLVAREZ HIDALGO
Los Angeles, 10 de abril de 2011
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